Algunas veces vemos en los demás un comportamiento que puede ser considerado vanidoso. Es cuando traslucen una excesiva confianza en sí mismos, pareciendo demostrar una capacidad propia muy por encima de otras personas y cosas. Se vanaglorian de lo que hacen, de lo que son, de la imagen que dan y fundamentalmente abusan del poder que ostentan.
La tensión que esta postura frente a la vida conlleva implica un precio demasiado alto, en relación al beneficio que provee. Suele ocurrir que confundan el cariño simple y sincero con la admiración. Lo que hace que pierdan el primero y nunca obtengan la segunda. La necesidad de perpetuar esa supuesta imagen, basada generalmente en sus propias inseguridades les exige un esfuerzo continuo, pérdida de afectos, surgimiento de antinomias.
Recuerdo que una vez le pedí a una persona a quien apreciaba que me presentara en una institución, simplemente deseaba incorporarme a la misma, sin fines específicos, y era necesaria la presentación de un socio. Se negó a hacerlo protegiéndose con extrañas frases dogmáticas. Declamaba algo así como principios superiores, elevados por encima del común de los mortales. Por supuesto no entré en ninguna estéril discusión, su ego poderoso la llevaba a expandir su poderío, cual cola de un pavo real.
Por supuesto que pude acceder a la institución a través de otros amigos, no representaba dificultad para mí acceder a la misma. El punto importante de este relato es la pena que me produjo esa pobre persona que seguramente temblorosa por su propia inseguridad tomaba esta actitud que me permitió conocerla verdaderamente. "Darme cuenta" de su pequeñez.
Es verdad que hay casos peores, suelo ver la desesperación con la que sostienen sus egos vanidosos ciertos personajes de gran poder real, como los dictadores, que llevan a sus pueblos a los peores destinos simplemente para engrandecerse ellos mismos. Buscando un espejo donde reflejar esa imagen propia que íntimamente saben que no existe. Cuando creen que se les nota su insignificancia interior exageran las conductas, amenazan, toman decisiones irresponsablemente y vemos, con horror, como sus pueblos son engañados, envueltos con argumentos patrioteros, vendiendo falsas ideologías, conmoviendo a personas de buena voluntad, sin escrúpulos, sólo por esa enfermiza necesidad de lustrar sus vanidades.
A ellos les diría en ritmo de blues...
"Deja tu ego, toca la música, ama a la gente" Luther Allison