jueves, 11 de octubre de 2012

La generosidad

Este término, tan vapuleado, es quizás una de las virtudes más difíciles de encontrar aún en nosotros mismos.
Implica "grandeza" y para los simples seres humanos, esa grandeza que pareciera ser de los dioses, no nos resulta fácilmente alcanzable.

Una vez me pidieron que tuviera la generosidad de pedir ayuda, allí comencé a repensar esta palabra en otras acepciones. Comprendí que al pedir esa ayuda, aceptarla y mostrarme tan débil como para necesitar de los demás es la verdadera prueba de la generosidad más elevada.
Ocurrió este hecho en una escalada en la montaña, yo poseo limitaciones físicas ya que no soy deportista y había pensado en no compartir esta actividad. Sólo me impulsó a hacerlo esta invitación a "ser generosa".
La experiencia, humana, enriquecedora, emocionante me permitió disfrutar de otro sentimiento especial, la gratitud. El resultado de esta experiencia es que comencé sintiéndome pequeña y avergonzada por ser la peor del equipo, por ver el esfuerzo de mis compañeros para ayudarme a llegar y al finalizar pude sentirme engrandecida interiormente, con el alma rebosante de gozo por tan maravillosa experiencia.
Di amor, recibí más aún del que había dado y era especialmente tierno comprobar la alegría de mis compañeros por sentirse útiles, por poderme proteger.

Me ha llevado a este recuerdo la generosidad de un coach, gran profesional al que admiro y de quien siempre aprendo, que esta mañana me sorprendió poniéndome como protagonista en su blog. Es una caricia para el alma que despierta en mí la más profunda gratitud.
Eduardo Rosser, es un profesional cercano, cálido con todos, con la humildad de los grandes y es a quien me refiero en este momento. Su grandeza deja más claramente reflejadas las pequeñeces ajenas.


El hombre no se perfecciona en el egoísmo, sino en la entrega. (J. Vieujean)
 









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