jueves, 27 de octubre de 2011

La libertad


“¿Quién es en realidad el hombre?
Es el ser que siempre decide lo que es”. Víctor Frankl

Inspirada frase de quien siendo médico psiquiatra debió pasar duros años de su vida internado en Auschwitz, campo de concentración nazi.
Él transmite a lo largo de pudorosas páginas de su libro “En busca del sentido” la fuerza, la lucha de cada ser humano prisionero allí adentro, despojado hasta de la humanidad, sin derechos, humillado, mancillado, llevado al límite más absoluto y sin embargo manteniendo una actitud interior, la que da sentido a la vida, la que ningún déspota puede vencer, la innata condición del ser humano: La libertad de ser, sentir y pensar, allí en lo más recóndito de su espíritu, donde no alcanzan los opresores.
A esa clase de libertad hace referencia quien ha podido sobrevivir al holocausto, superarlo, trascender para contarlo y aplicar todo lo observado y aprendido en el cautiverio en bien de la humanidad.
Esa es la clase de libertad intrínseca, que no se daña por la posibilidad de elección, el espectro variado sólo la engrandece, él pudo elegir sucumbir, allí  adentro, como la gran mayoría, en una comprensible entrega al no poder soportar más sufrimientos.
Habiendo salido también pudo elegir ser una víctima eterna, dando pena y sólo eso, pena. Pero optó por la circunspección de las palabras y el recato en la referencia a sí mismo.
Otras muchas opciones se habrán presentado en su vida, y seguramente usó de su libertad de elección, para decidir ser el hombre que es.

En el diario vivir, la libertad alienta en nuestro interior y nos lleva a decidir quiénes somos, es maravilloso tomar conciencia de esta posibilidad infinita.
Somos responsables de nuestras decisiones y somos libres de cambiarlas tantas veces como lo creamos necesario.
No aceptemos mansamente los límites, somos libres para superarlos.
Nelson Mandela se abrazó a su poema Invictus, en el real ejercicio de su libertad interior, para sobrevivir a su largo cautiverio:
"Doy gracias al Dios que fuere por mi alma inconquistable, soy el amo de mi destino, soy el capitán de mi alma"
Y también nosotros, día a día, somos los capitanes  de nuestras almas, libres para decidir quienes somos.


martes, 18 de octubre de 2011

Superemos los miedos

Hemos hablado de generar cambios, abandonar las creencias que nos limitan, trascender, sobrevivir.
Pareciera que todos estos temas se vinculan con el miedo a hacer cosas diferentes, a continuar, a superar nuestras limitaciones, esa carga que implican nuestros propios temores al fracaso, a lo desconocido, al que dirán, a nuestra propia historia, es la que nos dificulta el camino, entorpeciendo nuestro andar.
Para avanzar es necesario alivianar el peso, descargar parte de él abandonando lastre, como hacen los marinos para evitar el naufragio y permitiendo que el agua se lleve esa sobrecarga.
Superarnos a nosotros mismos, confiar en nuestras posibilidades y aceptar que el error forma parte del aprendizaje son las consignas para superar la parálisis del miedo.
Vivir el hoy apasionadamente es el secreto.

 "En el pasado nunca se me hubiera podido ocurrir que el mundo fuera a observar cada uno de mis movimientos. De saberlo me hubiera encerrado más en mi coraza." Albert Einstein...

Y qué pérdida hubiera sufrido el mundo si su miedo a mostrarse, al qué dirán, a la sociabilidad, hubieran sido más fuertes que su coraje para aprender, investigar, a hacer aquello que le gustaba.

Sentir miedo o al menos temor es sano, nos impide arriesgarnos en extremo, cuidar nuestra supervivencia, sin embargo es bueno recordar que  cada vez que lo superamos logramos dar un salto hacia nuestra felicidad , tanto por el sentimiento de triunfo que este logro nos provoca como por la sensación de liviandad, de pérdida de carga que nos invade.

Y diremos con Mario Benedetti:

No te rindas, aún estás a tiempo
de alcanzar y comenzar de nuevo,
aceptar tus sombras,
enterrar tus miedos,
liberar el lastre, 
retomar el vuelo ...









viernes, 7 de octubre de 2011

La serpiente y la luciérnaga






“Cuenta la fábula que en una laguna cercana volaba una noche una joven y bella luciérnaga. Tras varios minutos observando las posibilidades que la charca le ofrecía se dio cuenta de que una astuta y vieja serpiente estaba acechando.

La luciérnaga, algo contrariada se acercó al reptil y le preguntó:

- ¿Acaso debo temer por mi vida por estar en tu ciclo alimenticio? La serpiente le contestó que no estaba en su ciclo alimenticio, de hecho la serpiente sólo comía roedores. Tras oír esa respuesta y notando la presencia de la serpiente más cerca la luciérnaga volvió a preguntar:


- ¿Entonces debo temer por mi vida por que llevas días sin comer y necesitas alimentarte urgentemente?

La serpiente contestó que no tenía hambre puesto que hace sólo un día había saciado sus necesidades para una semana. Sin embargo siguió acercándose a la luciérnaga.

- La única explicación entonces es que te he debido hacer algún mal ¿no?

Mientras contestaba a esa pregunta la serpiente, negando con la cabeza, la joven voladora se dio cuenta de que estaba a merced del reptil y mientras cerró los ojos esperando lo inevitable oyó como la serpiente le explicaba.

- Querida luciérnaga, simplemente voy a comerte porque me molesta que brilles tanto.” Es inevitable que tus logros o tu éxito opaquen a algunos. Es por tanto inevitable que eviten verte brillar.

Cuando esto pase, no dejes de brillar, continua siendo tu mismo, sigue dando lo mejor de ti, sigue haciendo lo mejor, no permitas que te lastimen, no permitas que te hieran, sigue brillando y no podrán tocarte…

Porque tu Luz seguirá intacta.