jueves, 3 de noviembre de 2011

Fraternidad

Concordia


El planeta pareciera crujir a causa de las vejaciones cometidas por los hombres en una insensata carrera hacia el mañana.
Algunos pueblos se desangran alternando tiranías de diferente cuño y tan iguales entre sí.
Ciertos intereses espúreos avanzan sobre la naturaleza y la humanidad.
Existen diferencias ambientales, económicas, sociales, culturales que alimentan la desigualdad entre las naciones.
Superar estas realidades es un desafío enorme, un reto de grandes dimensiones, si abandonamos las individualidades, los egoísmos, el encerrarnos en nosotros mismos para no enterarnos de los miles de muertos diarios, si superamos las barreras que nos dividen, podremos soñar con un planeta sano, habitado por  hermanos y en una vida armoniosa entre ellos.
¿Es una utopía?
Seguramente algo hay de ello, pero podemos siendo realistas transformar nuestro entorno en la búsqueda de  un efecto multiplicador.
Si todos los hombres y mujeres del mundo tomamos conciencia de que estamos conviviendo con nuestros iguales, si podemos actuar fraternalmente, aceptando a cada hermano con sus diferencias , tomarnos de las manos y  entonar...


Escucha hermano la canción de la alegría
el canto alegre del que espera
un nuevo día
ven canta sueña cantando
vive soñando el nuevo sol
en que los hombres
volverán a ser hermanos.

 
Y si comenzamos con el vecino, con el compañero de trabajo, con aquella persona que no nos cae simpática, con el funcionario que hoy no nos ha tratado amablemente, con el competidor poco leal, con el político sospechoso de poca honestidad, con el representante de una fe que no compartimos, con el que padece envidia, el que habla mal a nuestras espaldas, el injusto, ese que convive día a día con nosotros y sin embargo nos miente, si nuestra mirada fraterna, cambia la actitud o al menos así comenzamos a verlo a través de nuestros propios ojos, la utopía será una posibilidad.



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