Me duele la palabra coaching, bastardeada, incomprendida, ajada por tanto manoseo.
Somos muchos los profesionales que invertimos esfuerzo, aprendizaje y dinero, que
somos responsables de una formación seria, y quedamos desvalorizados por los charlatanes, vendedores de humo y algo más que invaden el mercado.
Debemos protegernos de estos modernos vendedores de ilusiones, que cambiando el escenario repiten el viejo timo de las ferias trashumantes, que en lugar de ir de pueblo en pueblo a través de caminos polvorientos para repetir su espectáculo, hoy atraviesan el espacio sirviéndose de las redes sociales y nos prometen sanaciones mágicas.
Antes eran pociones milagrosas y hoy son predicadores, charlatanes y algo más...
Diferenciar la calidad entre las diversas ofertas es el único camino posible para no resultar timados.
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