Estoy en el proceso de aceptar que el otro es mejor que yo para determinada especialidad, que además coincide con la mía, sin embargo debo confesar que él es superior a mí.
La magia de la aceptación me quita el sufrimiento, que al principio fue intenso. Cuando comprendí que me superaba, que se llevaba el puesto que yo quería...Ufff...qué dolor, cuánta tristeza.
Sin embargo el poner las emociones en su justo lugar, darle espacio a mi angustia y a la pena, para luego analizar objetivamente me ha hecho comprender que mi contrincante en este espacio puntual es superior a mí, que se encuentra preparado para algo más, es así de cierto.
El poner las cosas en su lugar me permite ver claramente el panorama, comprenderlo en su totalidad y aceptar esta verdad. Me siento libre, alejada de las negativas emociones del principio y ya puedo recomenzar a valorar mis características, y aceptarme con mis limitaciones y mis ventajas.
Doy la bienllegada a esta aceptación de mí misma que tanto me alegra. La aquiescencia de mi persona aquí y ahora, con tanta gratitud por consentirme.
A partir de ahora, desde este punto en el que me encuentro gestionaré los pequeños cambios que me hagan más feliz, sólo en la búsqueda de mayor felicidad personal.
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