El otoño es estación de aparición discreta, silenciosa, pareciera que no quiere molestar, sin embargo es imposible ignorarla.
Quizás algunos de nosotros actuemos de manera otoñal, silenciosamente, con gran discreción y sin embargo allí estamos, despeinando árboles y cubriendo el suelo con nuestra presencia, tan dorada como el follaje.
¿Es que no queremos ser visibles por temor a la mirada ajena? ¿Nos sentimos menos importantes que el alegre verano o el profundo invierno?
El otoño nos invita a cambiar, a transformar los sueños en posibilidades y dejar caer, como las hojas muertas, aquellas cosas que ya no nos sirven.
Dejar caer los malos recuerdos, los dolores pasados, los enojos insatisfechos.
Es tiempo de cambios, que comienzan silenciosamente para resonar en breve.
¿Ya presientes tus cambios? ¿ Ya palpitas tu nuevo solsticio?
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